El Propósito de la Educación
El propósito de la educación es ayudarnos a comprender el proceso total de la vida; con todas sus sutilezas, sus dolores y sus alegrías; aspirar a descubrir que es la vida en su totalidad a través del cultivo de la inteligencia; entendiéndose esta, como la capacidad de pensar libremente, sin miedo, sin formula alguna, de modo que puedan comenzar a descubrir por sí mismo aquello que es real y verdadero.
Donde hay miedo por falta de libertad no puede florecer la inteligencia; por lo que el sentido de la educación será el ayudar a cada uno de nosotros a que vivamos libres y sin temor. Y para que no haya temor se requiere de mucha reflexión, tanto de nosotros como del maestro o educador.
Libertad no solo para hacer lo que se nos plazca sino para comprender todo el proceso de la vida y lo que es verdadero. Esta libertad no la necesitamos en el futuro sino ahora; para que cuando surja la inteligencia seamos capaces de enfrentarnos al mundo y comprenderlo y no amoldarse a él; para que en lo interno, en lo psicológico, en lo profundo nos encontremos en un constante «estado de rebelión»; porque solo los que se rebelan descubren lo verdadero.
Educar para que genere una transformación fundamental en el niño. Mientras se lo prepara en diversas prácticas y disciplinas, también se le debe capacita para estar despierto a los procesos de su propio pensar, sentir y actuar. Esta «atención alerta» lo tornará autocrítico y observador, y de este modo se establece una integridad de percepción, discernimiento y acción, decisiva para que madure en él una correcta relación con el hombre, con la naturaleza y con las herramientas que el hombre produce.
Krishnamurti cuestiona las raíces de nuestra cultura. Su reto está dirigido no sólo a la estructura educacional sino a la naturaleza y cualidad de la mente del hombre y a su vida entera. A diferencia de todos los otros intentos de salvar el sistema educacional o de sugerir alternativas para el mismo, el enfoque de Krishnamurti irrumpe a través de las fronteras constituidas por las culturas particulares y establece una categoría de valores enteramente nueva, la que a su vez puede crear una nueva civilización y una nueva sociedad.
Para Krishnamurti una mente nueva sólo es posible cuando el espíritu religioso y la actitud científica forman parte del mismo movimiento de la conciencia -un estado donde la actitud científica y el espíritu religioso no son dos procesos o capacidades paralelas de la mente. Estos no existen en compartimentos herméticos como dos movimientos separados que deben fundirse, sino que son un nuevo movimiento inherente a la inteligencia y a la mente creativa.
Krishnamurti habla de dos instrumentos útiles para el ser humano -el del conocimiento, que lo capacita para adquirir dominio sobre las especialidades tecnológicas, y el de la inteligencia, nacido de la observación y el conocimiento de uno mismo.